¡Bomba!
Nunca digas nunca, dice el viejo refrán, que al final, mis palabras tendré que tragar. Hace casi 10 años, yo muy confiado, dije que de Torreón nunca sería trasladado. Pero tres Doritos después, sin previo aviso, a Mérida, Yucatán, llegué sin permiso.
Aquí en Mérida, viví los mejores años, entre calles coloniales y hogares antaños. Aunque a veces f…
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