Coahuila y Yucatán: Dos maneras de resistir, dos formas de transformar
Explora cómo Coahuila y Yucatán pueden cooperar para impulsar el emprendimiento, la innovación y el liderazgo en sus respectivas economías.


Hace 10 años hice una apuesta personal que cambió mi vida: me mudé de Coahuila a Yucatán. Y lo que viví no fue solo un cambio de domicilio, fue un shock cultural en todo el sentido de la palabra.
Desde la forma en que se hacen negocios hasta cómo se saludan los vecinos… todo era radicalmente distinto. Ni mejor, ni peor. Solo diferente. Brutalmente diferente.
Y ahí, en medio de ese choque, me di cuenta de algo: el contraste también es una ventaja competitiva.
Como bien diría Miley Cyrus (sí, lo dije), aprendí a "tomar lo mejor de dos mundos". Esa experiencia no solo me forjó como emprendedor, también me enseñó a leer entre líneas los desafíos y oportunidades que viven nuestros territorios.
Por eso, cuando leí el Índice de Competitividad Estatal 2025, no lo hice como analista ni como curioso. Lo leí como alguien que ha vivido en carne propia lo que significa migrar entre dos culturas económicas, con sus luces y sombras. Y lo que encontré fue esto:
Coahuila: músculo industrial con alma herida
Coahuila es el típico ejemplo de potencia productiva: exporta, genera, mueve. Su complejidad económica y su papel en la industria nacional son innegables.
Pero como quien entrena mucho el cuerpo y olvida el alma, también arrastra deudas estructurales:
Delitos que no se denuncian, pero sí se sienten
Brechas de informalidad que lastiman sobre todo a las mujeres
Una percepción de inseguridad que erosiona la confianza cotidiana
🔧 ¿La ruta? Apostar por más que fierros. Humanizar la industria, invertir en justicia laboral, profesionalizar al talento y crear cadenas de valor con propósito. La productividad sin bienestar no compite en el largo plazo.
Yucatán: paz social en busca de su siguiente nivel
Yucatán es otra historia. Aquí encontré paz, orden y comunidad. Una estructura social que, aunque conservadora en muchos sentidos, genera confianza y seguridad.
Pero como todo oasis, corre el riesgo de volverse estático si no innova.
Los datos lo confirman:
Baja diversificación económica
Un tejido empresarial aún en fase de maduración
Un ecosistema empresarial que todavía no despega del todo
Hay talento, hay estabilidad, pero falta una chispa que detone un crecimiento más sofisticado. Una cosa es tener el terreno limpio, y otra es sembrarlo con visión de futuro.
🚀 ¿La ruta? Apostar por economías del conocimiento, tecnologías limpias y modelos de innovación abierta. Yucatán tiene todo para ser un hub del sureste si logra atraer empresas medianas y grandes con vocación transformadora.
Lecciones desde el contraste
Lo que viví al mudarme de Coahuila a Yucatán fue más que geográfico. Fue casi antropológico.
Y es que la competitividad no solo se mide con datos, también se vive en la piel: cuando te adaptas, cuando te cuestionas, cuando dejas de resistirte y empiezas a aprender del otro.
Hoy lo entiendo: mi valor como profesional y como ser humano creció porque aprendí a combinar visiones, no a elegir entre ellas.
Y eso mismo deberíamos hacer a nivel territorial. Coahuila y Yucatán tienen lo que al otro le falta. Y no, no se trata de copiar, sino de cooperar.
Coahuila vs. Yucatán: Comparativa estratégica
¿Y si dejamos de competir y empezamos a aliarnos?
Imagina esto:
Coahuila como músculo productivo de alto rendimiento.
Yucatán como mente creativa y confiable del sureste.
Juntos, una fuerza brutal: industria más innovación, eficiencia más humanidad, rigor más visión.
No suena utópico. Suena estratégico.
Reflexión final: transformar es integrar
El Índice de Competitividad Estatal 2025 nos recuerda algo poderoso: ningún territorio se transforma solo.
Necesitamos abrirnos, compartir lo aprendido, colaborar más allá del código postal.
Lo digo como alguien que lo vivió en carne propia: lo que te incomoda al principio, puede ser justo lo que te transforma después.
Y eso aplica tanto a personas como a estados.