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Día Mundial de Prevención del Suicidio
10 de septiembre es conocido como el "Día mundial de prevención del suicidio", pero ¿qué estamos haciendo realmente al respecto?
En México, se dice que en la mesa familiar “jamás se debe de hablar política, religión o futbol” porque son temas que generan polémica y se ven desde una subjetividad muy profunda que es casi imposible poder verlos fríamente y generan conversaciones que pueden subir de tono muy rápido, sin embargo creo que hay un cuarto tema que es tan taboo, tan satanizado y tan profundo que ni siquiera se trae a la luz al mencionarlo junto con los otros 3 temas, sin embargo, al igual que los otros 3 temas originales, se debe tocar, conversar y visibilizar, porque solo así lograremos alcanzar un razonamiento crítico, generar empatía con las opiniones de los demás pero sobre todo, visibilizar un problema del que nadie quiere hablar por la sombra de tristeza que trae: El Suicidio, pero sobre todo, la prevención del mismo.
Se evita mencionar, como si evitar su mención significará que no es un tema presente, pero al hacer esto, no solamente estamos pasando por alto las más de 500 mil muertos por suicidio que hubo en México solo entre 2020 y 2021, mientras que en 2022 hubo hasta 8,237 en todo el año, sino también estamos ignorando las posibles vidas que podemos salvar al hablar del tema.
El 10 de septiembre de cada año, es conocido como el Día Mundial de Prevención del Suicidio desde el 2003 por la OMS, cada año desde diferentes organizaciones e instituciones se aborda el tema con un enfoque específico que brinda perspectiva, culturización y visibilidad sobre este asunto. Creo que desde su instauración, nunca había notado o destacado la importancia de este día, a pesar de conocer el tema desde una perspectiva muy personal.
Cuando menciono conocer el tema desde una perspectiva muy personal, es porque lo conozco desde hace ya varios años, he vivido el suicidio como espectador o “víctima indirecta” del mismo, tanto amigos como familiares han sucumbido a querer acabar con su vida, algunos aún siguen aquí pero otros, solo en nuestra memoria se mantienen, pero yo tampoco soy un inocente en este recorrido.
Durante las 30 primaveras que he podido presenciar hasta hoy, han sido 4 las ocasiones en las que intenté quitarme la vida. 4 veces en las que me hundí en un vació tan oscuro y profundo que lo único que escuchaba era el eco resonante del latido de mi corazón acelerado por la frustración, tristeza y ansiedad, haciendo que quieras dejar de escucharlo toda costa y es cuando finalmente lo intentas, cuando quieres dar todo por terminado.
No me mal entiendan, esto no lo veo como una alerta roja o una señal de auxilio, al contrario, el hecho de poder hablar de este tema sin el el velo de una cultura que busca censurarlo por su delicadeza o sin el sentido de culpa personal, lo considero un gran paso hacía no solamente una mejor salud mental personal, sino como la oportunidad de tratar de este tema, tal y como debe ser tratado.
Sin entrar en detalles morbosos que más allá de informar, puedan dar la idea equivocada, no voy a hablar de como intenté llegar a hacerlo en su momento, ni cuando o bajo que razones, ya que esa información es únicamente entre mis doctores y yo, pero si quisiera compartirles que ya han pasado varios años desde la última vez que lo intente, sin embargo me gustaría decir que han pasado los mismos años desde la última vez que pensé en hacerlo, pero la realidad es que no.
Cuando lidias con una enfermedad como la depresión o cualquier trastorno mental que vaya de la mano, el pensamiento de acabar con tu vida sigue latiente, apareciendo en tu camino sin que lo busques, brindando la sensación que puede ser la solución a tus problemas, pero creo que he logrado identificar una diferencia crucial que me ha permitido darme cuenta que poco a poco voy mejorando: Hoy es solamente un pensamiento, un fantasma que te causa incomodidad y culpa, pero antes era no un pensamiento, sino una necesidad.
Sentías que suicidarte era la única manera de acabar con tu dolor, tanto así que tu mente y cuerpo se coordinaban para hacerte sentir esta necesidad, como si fuera una comezón que tenías que rascarte a toda costa. Me siento contento de que gracias a la terapia, medicamentos y apoyo de mis seres queridos, hoy puedo ver claramente la diferencia.
Espero que este texto, de alguna manera u otra, permita aquellas personas que me conocen y me tienen en un concepto de continua positividad y energía emprendedora y que constantemente se sienten culpables por no “poder echarle mis mismas ganas” sepan no necesitan tenerlas para salir adelante, muchas veces esas ganas o energía eran sobrecompensaciones por estar en el hoyo en el que me encontraba.
Creo que cuando más fuerte he sido, es cuando más he podido demostrar como me siento realmente. No están solos, sabemos como te sientes, no debes sentirte culpable por querer ayuda, si algo he aprendido en la terapía es que poder pedir ayuda es señal de fortaleza y amor propio.
Será un camino difícil, largo, con altibajos y arrepentimientos, desenterraras recuerdos y culpas que no tenías presente pero vale la pena. Cada momento en el que das un paso para adelante, vale la pena. No estás sola ni solo, no es el final, apenas es el principio para comenzar a mejorar y finalmente vivas como debes vivir. Te quiero mucho.
Links de interés:
Día Mundial de la Prevención del Suicidio 2023
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