Transformando el rechazo en aprendizaje: Convierte tu corazón roto en Arte
El rechazo puede doler, pero es una oportunidad para reflexionar, aprender y mejorar. Cada "no" nos impulsa a crecer y a reevaluar nuestras estrategias en la vida.
Quisiera compartirles algo muy personal: hoy me desperté con la noticia de que fui rechazado en un proceso de selección para una posición en la que honestamente creía ser el candidato ideal. No voy a mentir, el dolor es real; siento el corazón apachurrado. Es esa sensación de haber puesto toda tu energía, experiencia y pasión, y aun así no ser elegido, lo que te hace cuestionarte tu propio camino y pensar que toda tu trayectoria profesional está hueca y sin sentido.
Sin embargo, en lugar de dejar que esta sensación me frene, he decidido convertirla en un momento de reflexión y aprendizaje. Este tipo de rechazos pueden sentirse como una puerta cerrada, pero también pueden ser un espejo que nos invita a mirarnos más a fondo en cuanto a nuestras decisiones, deseos y capacidades.
Una gran amiga mía y mentora me dijo algo que cobró todo el sentido: "Yo lo veo de otra forma. Evidentemente tu perfil no fue el adecuado para esa posición en específico, no para lo que has estado haciendo por años." Y es verdad. Que no encaje en ese rol no significa que no tenga el talento o la experiencia necesaria; simplemente no era el momento ni el lugar adecuados.
"Por supuesto, el rechazo duele y siempre es parte de un duelo", me dijo. Pero me hizo una recomendación clave: pide retroalimentación. Tal vez obtengas valiosas observaciones que te ayuden a mejorar para futuras entrevistas o procesos. A veces, lo que más nos cuesta ver son esos pequeños detalles que pueden marcar una gran diferencia en cómo nos presentamos o en cómo comunicamos nuestro valor.
Este consejo me dejó pensando. En lugar de hundirme en la frustración, ¿por qué no ver esto como una oportunidad para aprender? Cada rechazo es una lección, y pedir feedback es una forma de convertir ese "no" en una herramienta de mejora continua. Recuerda que entre más “no” tengas, más cerca estás del “sí”.
No olvidemos que el dolor que sentimos es completamente real. Claro que duele, y mucho. Que lo que tú creías que era una vocación, una pasión para ti, no sea lo indicado, te rompe la realidad, desestabiliza tu plataforma de vida y te deja preguntándote si realmente estás en el camino correcto. Es un golpe del que, a veces, cuesta mucho recuperarse. Pero ese dolor no es una ilusión; es una parte legítima del proceso que necesitamos atravesar para adaptarnos, reevaluar y, finalmente, crecer.
Como decía Carrie Fisher, la Princesa Leia: "Toma tu corazón roto y conviertelo en arte". Creo que es justo lo que hago mientras escribo esto. Estoy tomando este dolor y convirtiéndolo en una reflexión que, espero, no solo me ayude a mí, sino que también resuene con quienes están pasando por situaciones similares.
A veces, pensamos que somos el ajuste perfecto para un rol, pero no siempre tenemos la visibilidad completa de lo que buscan del otro lado. Eso no significa que no seamos lo suficientemente buenos. Más bien, puede que el puesto, la empresa, o incluso nosotros mismos, necesitemos algo diferente en este momento. Debemos aprender a no tomarnos de manera personal este tipo de decisiones y, aunque sé que es sumamente complejo separar las emociones de nuestros actos, debemos intentar lograrlo si queremos sobrellevar este tumultuoso camino llamado vida.
Lo importante aquí no es el rechazo, sino cómo decidimos enfrentarlo. Para mí, aunque no muy claro al principio, es un recordatorio de que cada "no" es una oportunidad para mejorar, replantear nuestras estrategias y seguir aprendiendo. No se trata de cuestionar nuestra valía, sino de tomar ese dolor y convertirlo en impulso para alcanzar algo incluso mejor.
Así que, para quienes están pasando por algo similar, les comparto este recordatorio: el rechazo no es un veredicto final sobre nuestra capacidad o valor. Es una señal para ajustarnos, afinar lo que ofrecemos, y seguir adelante con más claridad y preparación. Aprovechemos cada experiencia, positiva o negativa, para seguir evolucionando.
Gracias y nos vemos del otro lado.
P.D: Gracias Candy por ser el ser humano tan maravilloso que eres. Gracias por no soltarme.